De Republicanos y Masones
Ambientado en la Guerra Civil Española y la posguerra que la sucedió, la novela “De Republicanos y Masones” narra la historia de Francisco, un joven reclutado a la fuerza en las filas republicanas. Rechazado allá donde va por su condición de perdedor, en su viaje Francisco conocerá a Juanchu, un lisiado que le adentrará en el umbroso mundo de una sociedad secreta, encaminando los acontecimientos a una caterva de simbolismos, intrigas y asesinatos.
sábado, 4 de febrero de 2023
El gobierno masón de La Segunda República Española
domingo, 8 de enero de 2023
La masonería en el siglo XX en España
Durante los primeros años del siglo, el movimiento masónico apenas tuvo relevancia en España. A la llegada de la dictadura militar de Primo de Rivera, que se alargó desde 1923 hasta 1930, la masonería no sólo perdió fuelle sino que fue hasta perseguida.
Hubo que esperar a la caída del régimen y a la llegada de la Segunda República para ver una masonería fuerte e influyente, con varios de los diputados de las Cortes perteneciendo a esta institución. La Guerra Civil española, iniciada en 1936, no le vino nada bien a la masonería, donde Franco llegó a prohibir organizaciones de librepensamiento como la masonería. De hecho, este grupo llegó a ser acusado de conspirar contra el tradicionalismo católico y los intereses de España. Esto suponía que cualquier ideología de tintes marxistas sería perseguida.
No fue hasta la muerte de Franco, en 1976, y el advenimiento del estado democrático que la masonería pudo ejercerse libremente y sin necesidad de ocultarse, si bien ha permanecido en una posición discreta como movimiento ideológico.
lunes, 26 de diciembre de 2011
domingo, 8 de mayo de 2011
En recuerdo del personaje principal de la novela, Francisco Espín.
El día 29 de noviembre de 2010 Francisco Espín, la persona cuya historia ha dado vida a la novela histórica "De Republicanos y Masones", falleció en el Hospital Los Arcos de San Javier, a los 91 años de edad.
Que sus restos y su torturado espíritu descansen por fin en paz en El Mirador, la localidad que le ha visto crecer.
Que su libro sirva para mantener su recuerdo e ideales siempre vivos.
Y que descanse en paz.
sábado, 28 de agosto de 2010
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“¡Camaradas!”. “¡Campesinos!”, podía oír ahora de forma más clara Francisco. “Hay que luchar contra el fascismo que busca oprimirnos”. Parecía que finalmente el labriego de mediana edad había sido capaz de sintonizar la señal de forma cristalina, justo en un mensaje radiofónico de la exiliada Dolores Ibárrubi <
-Baja eso, es muy tarde y no es la emisora que sería recomendable sintonizar –le dijo Josefa, su mujer, al entrar, a tientas, en el oscuro cuarto.
No hacía muchos años que se habían casado, pero ya eran padres de una preciosa niña de pelo rojizo a la que habían bautizado con el nombre de María, como recuerdo de su madre María. Bueno, su padre Francisco le había puesto a él su nombre, ¿no era lógico continuar la tradición y hacer que su hija heredase el nombre de su querida madre? “La podríamos llamar María Josefa, aunque luego no usase el segundo nombre.” “¡De eso nada, mujer!”, le había respondido él a su esposa. A pesar de su cara de desilusión, debía entender que era inconcebible ultrajar a una hija con un nombre así, de hacerla padecer una ignominia pública. ¿Qué iban a pensar de ella los hijos de los vecinos? Se mofarían de su niña hasta la saciedad. María sonaba bien, y punto.
-Déjame tranquilo, Josefa –gruñó taimadamente Francisco a su esposa.
La joven pareja, poco dada a la jarana y la diversión, sólo entendía de arar el campo y vender pescado, por lo que Francisco rehusaba el hecho de tener que renegar de una de las pocas cosas que le entretenía en esta vida de sufrimiento, como era escuchar la radio. Eran tiempos duros, de hambre, y no había demasiados divertimentos con los que evadirse. Por ello el hombre miró malhumorado a su esposa, pero ésta no cejó en su empeño, y le sostuvo su displicente mirada con un fosco semblante.
-Como algún malintencionado vecino escuche esa emisora nos vas a meter en un lío –trató Josefa de convencerle a la desesperada.
-¿Y por qué tendrían que escucharlo, si casi no la oigo ni yo? Además, en nuestra casa nadie nos tiene que decir lo que podemos o no podemos hacer, ¿no te parece?
-No actúes con la misma vehemencia de siempre, Paco. Por favor, reflexiona un poco.
-¿Que reflexione, dices?
-Cuando te lleven preso, se lo explicas a los guardias, que en tu casa haces lo que te viene en gana.
-No digas tonterías, eso son futilezas –la reconvino con firmeza Francisco, haciendo un aspaviento con la mano-. Nadie me va a arrestar. Todos en el pueblo conocen ya mi lastimosa situación, por lo que cuento con su comprensión, si no con su aquiescencia.
-No estés tan seguro.>>
Dónde encontrar la novela De Republicanos y Masones
-Casa del libro. Se puede comprar por internet, siendo el link:
http://www.casadellibro.com/libro-de-republicanos-y-masones-tortuosa-vivencia-de-un-republicano-y-un-mason-en-posguerra/1613815/2900001348867
martes, 13 de julio de 2010
Extracto de la estancia en Cambrils de la novela "De Republicanos y Masones"
-Joan tiene toda la razón. Descansa muchacho, pues lo necesitas. ¡Ah!, y si viene a verte la núbil enfermera de grandes ojos nos avisas.
-Sí, sí. Así podremos intercambiar opiniones, tú ya me entiendes –finalizó Joan, guiñándole el ojo al lisiado.
Los dos médicos salieron de la habitación dejando a Francisco sumido en sus pesimistas pensamientos. Entró un practicante para hacerle una primera cura tras la transfusión de sangre. Mientras limpiaba la pierna herida empezaron a entrarle temblores al herido, y el practicante se sobrecogió al ver que perdía el conocimiento. Los médicos de la visita anterior se dieron palmadas en la espalda cuando consiguieron reanimarle, gracias a la rápida reacción del practicante y a la buena intervención de estos últimos.
Poco después el soldado se sintió más relajado, en parte por los calmantes suministrados y en parte porque ya había caído la estrellada noche. La última imagen de su mente fue la de una guapa enfermera que le acariciaba la frente sudorosa con unas tersas manos de uñas infinitas y finos dedos, mientras susurraba al oído palabras almibaradas. El muchacho se recreó en su sueño, y la imaginó voluptuosa, vestida con una fina y vaporosa muselina cerúlea que dejaba entrever sus abundantes encantos, resaltando las bien definidas curvas de sus pechos firmes de pezones erectos y sonrosados.
La nívea joven tenía una abultada melena negra azabache y rizada, con unas finas pecas que poblaban la piel lechosa de su cara. Oropeladas joyas vestían sus primorosas orejas y cuello, con un esplendente brillo similar al de su mirada. Francisco se fijó en que sus ojos, rematados por unas larguísimas pestañas negras, le miraban con una ternura y profundidad abismales, como luceros al alba. “Duérmete”. “Descansa”. Sin saber si era una ilusión o si había fallecido y habitaba el paraíso, el herido cayó sumido en un profundo sueño.>